Según algunos, hay que salvar a los jóvenes de ser un grupo de riesgo social. Por lo tanto, las autoridades deben contar con alternativas frente al incremento de homicidios por situaciones coyunturales, ya sean conflictos territoriales entre bandas rivales o el tráfico de drogas. Además, se subraya la importancia de la existencia de programas preventivos para la rehabilitación de jóvenes en situación de riesgo social, ya que numerosos de estos jóvenes dejan la escuela y acaban en bandas delictivas o reclutados.
La psicóloga Georgina Herrera señaló que, tras cambiar de residencia, los jóvenes buscan resguardarse de las bandas delictivas y generan una sensación de inseguridad, una relación de dependencia que resulta complicada de interrumpir. Afirmó que los progenitores deben mantenerse alerta a la rebeldía, las drogas o las malas influencias que impactan a sus hijos.
Por lo tanto, considero que el delito no debe ser combatido solo a través de la represión. Es necesario encontrar caminos o alternativas para que los jóvenes en busca de empleo puedan mantener su salud y asistir a sus familias. Comprendo que en el país no hay muchos programas que permitan al Estado intervenir en la deserción escolar mediante la capacitación profesional.
Al inicio, esta burbuja se expande, pero luego empieza a cerrarse hasta quedar encerrados para siempre en ella.
Según los datos preliminares del Ministerio Público y del Sistema Tecnológico de Gestión Policial (SITIGPOL), en los primeros seis meses del gobierno saliente se registraron 294 homicidios, mientras que en los primeros seis meses del nuevo gobierno se registraron 290 homicidios, lo que representa un total de 584 homicidios en 2024, cifra que refleja unos cuatro homicidios menos en relación con los seis primeros meses. En nuestro país podemos destacar las áreas con el mayor número de homicidios, como la provincia de Panamá con 216 homicidios, la provincia de Colón con 123, el distrito de San Miguelito con 98 y, por último, la provincia de Panamá Oeste con 63.
Fuentes del Centro de Estadísticas del Ministerio Público de Panamá, revelan la cantidad de víctimas de homicidios registrada de jóvenes de entre 18 a 24 años. Un total de 995 jóvenes perdieron la vida entre 2016 al 2024. A continuación detallo: 2023, (117); 2022, (110); 2021,(114); 2020, (109); 2019, (107); 2018, (54); 2017, (99); 2016, (99) ), y para el 2024 (124) jóvenes personas perdieron la vida.
Afirmamos que la violencia en la sociedad es la habilidad para interpretarla como un combustible que impulsa la maquinaria social. Esto se manifiesta a través de la transformación de patrones familiares e individuales, escolares y comunitarios, la normalización de la violencia y, finalmente, la accesibilidad a armas y drogas. Al inicio, esta burbuja se expande, pero luego empieza a cerrarse hasta quedar encerrados para siempre en ella.
Por lo tanto, satisfacer las necesidades de los padres es esencial para los programas de prevención de la violencia, aunque esta fuera del control de las instituciones educativas. Es esencial establecer relaciones positivas con los compañeros de trabajo para beneficio de la salud mental, el avance cognitivo y social, además de las actitudes y principios pro sociales.
Finalmente, estoy aludiendo a dos programas contenidos en el libro «Cómo reducir la violencia en las escuelas» de España, que están vinculados con «Enseñar a los alumnos a ser pacificadores» y «Reacción creativa de los niños ante el conflicto». El primero de los programas educativos de mediación y resolución de conflictos, establecido en la Universidad de Minnesota a mediados de la década de 1960, se centró en educar a los alumnos en la habilidad para pacificar.
El otro se fundamenta en las enseñanzas de Gandhi y Martin Luther King, en seminarios llevados a cabo en centros educativos públicos, capacitando a los maestros para ayudar a los niños a desarrollar habilidades creativas para la resolución de conflictos. Estas iniciativas se basan en el concepto de que si cada gobierno busca la paz y la paz es el deseo de todos los corazones, deben ser adquiridas y transmitidas en nuestras comunidades y escuelas.