Hay muchas maneras de definir lo que es la economía y les dejo dos de ellas: 1) Un sistema que describe cómo hace la gente para producir, comerciar y consumir bienes y servicios y; 2) la definición mía, la economía es ver cómo pones la paila en casa con lo poco que te entra. En resumen, se trata de una actividad que existe en el dominio social, la cual involucra la administración de los recursos escasos con los que podemos subsistir y prosperar. Y mi intención en este escrito es la de explicar cómo el desgobierno, típico de la gobernanza estatal desbocada y prostituida, afecta la capacidad ciudadana productiva; veamos:
Lo primero que debemos destacar es la importancia primordial de una cooperación voluntaria libre de interferencia política centralizada, la cual es esencial para dar riendas sueltas al corcel del desarrollo humano. Al escribir esto, de inmediato me viene a mente la coerción central de leyes de control del precios o descuentos obligados que son impuestas, no porque las mismas mejoran los resultados finales en lo económico, sino porque mejoran las perspectivas de que villanos políticos logren llegar y permanezcan en puestos de poder y rapiña.
Otro elemento natural, básico y esencial en lo económico, es la libre interacción que dé lugar al florecimiento de la infinita creatividad e intelecto humano; cosas que no germinan, crecen y fructifican en los sistemas centralizados, tal como queda claro y patente en el Título X de la supuesta Constitución panameña; título que instituye el intervencionismo castrante y rapaz.
Más aún, estos enunciados que les presento nos hablan de libertad; que es el derecho de hacer lo bueno, ya que no hay derecho de hacer lo malo o perverso, tal como intervenir en la vida ajena, no para ayudar, sino para robar y pelechar. De hecho, el breve Preámbulo de nuestra perversa Constitución, esa que, más que nada, constituye el intervencionismo, instituye el “fin supremo de fortalecer la Nación, garantizar la libertad…”. Pero triste que en discusiones que expertos en ley estos me recriminan que el Preámbulo no es parte de la Constitución; lo cual es como decir que nuestra cabeza no es parte del cuerpo.
Otro elemento natural, básico y esencial en lo económico, es la libre interacción que dé lugar al florecimiento de la infinita creatividad e intelecto humano
De hecho, y como lo dice Jesús Huertas de Soto, y digo en paráfrasis, el mercado no requiere un rescate de parte de la politiquería central; lo que requiere es que lo dejen en paz. Y digo yo, que el mercado es como el intestino, que no requiere ayuda política para digerir los alimentos. Y no, no hablo del sobrante en caca, sino de los nutrientes que entran y alimentan a cuerpo.
Más aún, es arrogancia fatal la de políticos que creen que pueden conocer y controlar todos los procesos y actividades en un mercado. O, peor, no es que se sientan capacitados de controlar, pero sí para robar y despilfarrar. La realidad es que hemos llegado al presente no gracias a la interferencia politiquera, sino a los procesos naturales de interacción humana. Decidir si gastas en carnavales o en arreglar la casa no es asunto de políticos; a menos que estos se dediquen a usar los recursos impuestos para despilfarrarlos en festejos del Rey Momo.
Y hay muchísimas formas de rapiña, tal como la de repartir subsidios que no subsidian, sino distraen a las vacas mientras las ordeñan. Y qué triste que estas cosas ya las advertían los jesuitas escolásticos en épocas olvidadas hoy. Las normas económicas nacidas con la Escuela Austríaca están fundamentadas en la naturaleza humana y alejadas del desastroso intervencionismo en el mercado que hoy nos infecta, lacera y empobrece.