25 años en manos panameñas, el Canal de Panamá es el reflejo de la capacidad de un país para transformar su historia y proyectar su grandeza hacia el futuro.
Escribió una vez Gabriel García Márquez que la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y de cómo la recuerda para contarla, pero lo que puede ser más objetivo es que todos tenemos algo que contar. Por esto, dicen que la historia la cuentan los vencedores y este primer cuarto de siglo la nuestra, no es más que la manifestación del triunfo de los panameños, la que ha sido forjada con la firme determinación de un pueblo que nunca ha dejado de soñar.
Aunque el romanticismo histórico en ocasiones puede sesgar nuestra objetividad y buen juicio, los hechos siguen siendo hechos en independencia de la mirada del observador. Por ello el corazón siempre tendrá razones que la razón desconoce y no convendría soslayar en mi narrativa ahora, ya menos emocional y más objetiva, que en los procesos sociales de corte político cada texto tiene su contexto, uno de ellos representado en 22 jóvenes estudiantes que un 9 de enero del año 1964 caminaron hacia la Zona del Canal con la única arma que portaban, su bandera panameña y junto a esta, sus más preciados anhelos de soberanía en la franja canalera y aunque el 45% de la población no vivió este suceso, sus resultados siguen palpitando con fuerza en el alma de esta pequeña gran nación.
Como resultado de esta lucha histórica, objetivamente hablando, también fue un hecho que hace 47 años estampamos una indeleble firma, de aquel histórico 7 de septiembre del año 1977, que hacen del Canal de Panamá un símbolo de orgullo nacional y que hasta hoy genere un círculo virtuoso de progreso y bienestar.
Dicen que solo cuando una familia se reúne se construyen historias, por eso el Canal de Panamá, es el resultado de un proceso histórico que definió gran parte de los atributos de la nacionalidad panameña en el naciente Siglo XXI. Así, cada decisión tomada para definir cómo manejar nuestro Canal, fue el producto de diversos consensos que tornaron a Panamá a nivel de la Región, en un país de diálogos para la toma de decisiones, esto porque previo a la reversión total del Canal, el 31 de diciembre de 1999, los panameños deponiendo intereses políticos, pudimos trazar una hoja de ruta que marcaría el mejor destino de la vía acuática procurándole un blindaje por medio de un régimen legal especial y un modelo de gestión que le permitiera desarrollar todo su potencial, creándole un sin número de opciones de crecimiento posteriores al año 2000; como uno de los resultados inmediatos del modelo panameñizado hecho como sastre a la medida de los mejores intereses del país interoceánico y de sus accionistas, el pueblo panameño.
Escribió una vez Gabriel García Márquez que la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y de cómo la recuerda para contarla
Bajo estos preceptos los panameños pudimos reescribir un decisivo capítulo de la historia moderna del Canal, y que aunque no todo pasado siempre fue mejor, esta historia moderna no deja de generarnos añoranzas al recordar un titular de la prensa local de mayo de 1996 que rezaba: “Partidos políticos en encuentro Panamá 2000, acuerdan despolitizar el Canal” y sí, por primera vez, reunidos como una gran familia llamada Panamá, nos convertimos en un testimonio vivo de lo que somos capaces de lograr cuando la voluntad de un pueblo supera sus propios intereses y los límites egoístas que separaron las páginas de nuestra historia en un antes y un después, para celebrar estos 25 años del Canal de Panamá, orgullosamente en manos panameñas.
A pesar de los pesares del malestar que produce en la cultura panameña el sonido de alguna trompeta que en el norte resuena a ritmo de YMCA de Village People, mirar atrás no es una opción, primariamente por nuestra firme convicción de lo dicho por Justo Arosemena en El Estado Federal de Panamá de1855: “Ninguna nación puede ser feliz ni próspera si no es dueña de su propio destino”.
Ahora pensando como García Márquez en la vida que uno recuerda, ya cumplidos los primeros 25 años en manos panameñas, el Canal de Panamá ha demostrado ser más que una caja registradora que realiza aportes directos al país, es un emblema de la nación que manifiesta resultados globalmente exhibidos que son un tributo a las generaciones que lucharon por nuestra soberanía y a cada panameño que siente que su Canal le pertenece.
Su futuro propone nuevos desafíos y el urgente llamado a la juventud de hoy y la del mañana, porque tendrán la responsabilidad histórica de seguir navegando con determinación hacia nuevos horizontes para un renovado Canal de Panamá; jóvenes que tomen la estafeta bajo el entendimiento de que la sostenibilidad es el nuevo negocio del Canal, porque somos más que una vía que parte el país en dos; somos un ecosistema complejo cuyos componentes son su gente y el ambiente, base para la conectividad global segura que garantiza el progreso económico y una mayor justicia social.
25 años en manos panameñas, el Canal de Panamá es el reflejo de la capacidad de un país para transformar su historia y proyectar su grandeza hacia el futuro, el Canal de Panamá es, como dijo Wayne Dyer, “todo lo que puedas imaginar”.