Pepe Grillo

Guillermo Ledezma Bradley. El autor es aspirante a ser humano

Me llamó con su acostumbrado y entusiasmado orgullo de servidor público, para decirme que la Asamblea Nacional lo había elegido Contralor, con cero votos en contra. Mi asombro no fue que lo hubieran elegido; mi asombro fue que tantas concepciones políticas disímiles hubieran expresado su confianza en la trayectoria de Gerardo Solís Díaz, sin una sola voz que dudara de su capacidad y su rectitud.

Me preguntó entonces, si seguiría siendo su Pepe Grillo, una especie de broma amical, que surgió cuando lo nombraron magistrado del Tribunal Electoral, y me pidió que asesorara su gestión. Le dije que los cuentos infantiles se habían escrito para todas las edades, y que todos tenemos un Pepe Grillo; lo que nos diferencia es que algunos no le hacen caso. ¡Claro que me sentí honrado!… pero era, y soy, asesor en el Tribunal Electoral; le dije que los pepes grillos no necesitamos nombramientos.

No tengo talla académica para explorar las estadísticas que la gestión de Gerardo Solís, en la Contraloría General de la República, deja como testimonio de su fervor público; las cifras son sorprendentes, y no me atrevo a escribirlas en dígitos, seguro de que muchos no sabremos leerlas; por eso las consigno en letras: cinco millones de documentos refrendados, de los cuales había seiscientos mil defectuosos; esos documentos sumaban la cifra astronómica de doscientos cincuenta y cinco mil millones de balboas; seiscientas cuatro auditorías y el impulso y fortalecimiento de las veedurías públicas, para que el ciudadano común participe en el control y vigilancia del gasto público, reconociendo que la indiferencia ciudadana es el azote de la democracia.

No tengo dudas sobre la serena satisfacción de Gerardo, tras haber cumplido la tarea; y ahora es cuando se puede recordar aquella promesa, de que no usaría el cargo como trampolín político hacia la presidencia de la República. En el lapso, fue elegido unánimemente presidente de la Organización Centroamericana y del Caribe de Entidades Fiscalizadoras Superiores (OCCEFS), cargo que reconoce a Panamá como ejemplo de pulcritud del manejo de los fondos públicos: la gestión Solís mantuvo un control preventivo en ciento treinta y un billones de balboas, en los cinco años, que incluyeron impactos fiscales inéditos, tras sufrir los embates de la Pandemia de COVID-19, apenas empezado el período gubernamental 2020-2024.

Suelen destacarse los logros tecnocráticos, en una gestión de control fiscal; y ni qué decir de trajinar y triunfar en el universo de las peripecias burocráticas. Pero afirmo -con humana convicción- que, sin un talante humano de reconocible estatura, ningún reglamento logra encarrilar y sostener un rumbo correcto: hace falta un liderazgo que motive la influencia, sin autoridad: así nace la Cultura de Corrección, quizás la herencia más relevante que deja Solís, no solo para la Contraloría, sino para la cotidianidad nacional. Hacer lo correcto no es un valor moral, es un principio ético.

El lapso gubernamental 2020-2024 no estuvo exento de escándalos de corrupción; pero el contralor Solís no refrendó ninguno de esos pagos dudosos. Y, tal vez pocos saben que, cuando los emisarios de Quantum se sentaron a plantear sus objetivos mineros, con las acostumbradas mañas extractivistas, Gerardo Solís les marcó severos límites soberanos en materia de manejo fiscal; que las contrapartes políticas hayan creado otras vías, es materia de severas denuncias contra esas élites.

Fui a saludar a Gerardo el viernes 22 de diciembre de 2023. Pasé al despacho, y no estaba en su pupitre; me asomé al salón de reuniones, donde estaba junto a Dagoberto Cortez, su subcontralor, semicubiertos por montañas de papeles; no me atreví a interrumpir aquella escena laboral; durante el recorrido descendiente de los diecisiete pisos, en una especie de obsesión compulsiva, calculé que allí habría un número inimaginable de folios llenos de números, y que solo un comprometido afán de servidores públicos podría ser capaz de motivar esta conducta ejemplar.

También sé que la Contraloría que deja Solís, con la creación de las veedurías ciudadanas, la subdirección de Rendición de Cuentas, la Unidad de Análisis de Costos para todas las obras del Estado, y el magnífico edificio para la Dirección Regional de Chiriquí, son modelo de gestión pública de impecable herencia.

Entregó el despacho a Anel Flores de La Lastra, el nuevo Contralor, en un ambiente de franco y respetuoso relevo gubernamental, que connota el compromiso de continuar y elevar la dignidad de uno de los cargos más estratégicos de la gobernanza, y de la cultura democrática.

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