La soberanía de Panamá sobre el Canal es irreversible

Otro presidente estadounidense que se opuso a los tratados fue Ronald Reagan, quien derrotó a Carter en las elecciones de 1980

Trinka Panamá, centro de reflexión creado en 2023 con el ánimo de aportar al debate ciudadano sobre temas de interés nacional e internacional, no puede ignorar las imprudentes declaraciones hechas por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, sobre su pretensión de retomar el control del Canal de Panamá. Cabe precisar que Trump no es el primer presidente de EU en pretender mantener el control de la vía interoceánica. El propio Jimmy Carter, quien firmó los Tratados de 1977 con el general Omar Torrijos, prometió en su campaña de 1976 que “… no abandonaría el control práctico de la Zona del Canal en el futuro previsible”. Pero, una vez electo, en el ínterin a su toma de posesión, dos de sus principales asesores – Sol Linowitz y Cyrus Vance – lo convencieron de la necesidad de negociar un nuevo tratado con Panamá. Al asumir el mando en enero de 1977, Carter nombró a Linowitz, junto a Elsworth Bunker como conegociadores para un nuevo tratado con Panamá, y a Vance como secretario de Estado. Las negociaciones se iniciaron el 15 de enero y concluyeron el 10 de agosto de 1977.

Otro presidente estadounidense que se opuso a los tratados fue Ronald Reagan, quien derrotó a Carter en las elecciones de 1980. “En el tema del Canal, nosotros lo construimos, nosotros lo pagamos; es nuestro, y debemos decirle a Torrijos y compañía que lo vamos a mantener como nuestro”, decía en campaña. Pero al asumir el mando, aceptó la realidad de los tratados, si bien su representante en la Junta Directiva, William Gianelli, ralentizó el avance de la transición.

Si lo que le preocupa es el monto de los peajes, estos son establecidos luego de estudios dirigidos a mantener la competitividad del Canal. En el proceso son consultadas las asociaciones de armadores y operadores de buques y demás intereses navieros, incluida la Junta Asesora.

Ahora Trump debe comprender que los tratados Torrijos Carter se convirtieron en ley de forzoso cumplimiento para Estados Unidos, cuando fueron ratificados por el Senado por mayoría absoluta de 68 votos a favor (16 de ellos por senadores republicanos) y 32 en contra. Su aprobación resolvió una grave causa de conflicto con Panamá y el resto del continente, como lo reconocerían Carter y los presidentes que le han sucedido.

En cuanto a las tarifas del Canal, la política de peajes se rige estrictamente por los principios consignados en el Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente y la Operación del Canal de Panamá, que en su Artículo II estipula lo siguiente:

“Panamá declara la neutralidad del Canal para que, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, éste permanezca seguro y abierto para el tránsito pacifico de las naves de todas las naciones en términos de entera igualdad, de modo que no haya contra ninguna nación ni sus ciudadanos o súbditos discriminación concerniente a las condiciones o costes del tránsito ni por cualquier otro motivo y para que el Canal y consecuentemente el Istmo de Panamá, no sea objetivo de represalias
en ningún conflicto bélico entre otras naciones del mundo.”

Es decir, aunque quisiera, Panamá no puede dar trato distinto a las naves usuarias del Canal que sirven al comercio de Estados Unidos. Si lo que le preocupa es el monto de los peajes, estos son establecidos luego de estudios dirigidos a mantener la competitividad del Canal. En el proceso son consultadas las asociaciones de armadores y operadores de buques y demás intereses navieros, incluida la Junta Asesora. En esta hay varios miembros de Estados Unidos, entre ellos el almirante William J. Flanagan (USN), comandante en jefe de la Flota del Atlántico.

Y en lo relativo a presencia militar en Panamá, el Artículo V es muy claro:
 “Después de la terminación del Tratado del Canal de Panamá, solo la República de Panamá manejará el Canal y mantendrá fuerzas militares, sitios de defensa en su territorio nacional”.

Los panameños confiamos en que el presidente electo recapacite en su estrategia de confrontación, y que busque avenidas de cooperación con Panamá y el resto del mundo.

Hay muchas áreas en las que el gobierno de Trump pudiera desarrollar programas de mutua cooperación con Panamá, como son el control de las migraciones, el apoyo logístico para el manejo de inmigrantes ilegales, cooperación en materia de seguridad costera para mejorar nuestra capacidad para combatir el narcotráfico y el tráfico de humanos, asesoría en manejo de recursos hídricos y la inclusión de Panamá en su política de nearshoring y reshoring, dirigida a acercar a EU las fuentes de productos manufacturados y semi-manufacturados.

En cuanto al grave problema de la migración ilegal, Trump debe comprender que los migrantes huyen de sus países por la falta de oportunidades, la persecución política y otras causas. Este fenómeno hay que combatirlo desde la raíz, apoyando democracias robustas, el desarrollo integral de esos países y los esfuerzos por modernizar la calidad de la educación. La vía no es la confrontación ni el retorno de la política del garrote (big stick).

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