Cierto es que la Caja tiene problemas financieros y requiere de reformas para darle sostenibilidad. Pero también requiere de un replanteamiento profundo en todos sus procesos. Por ejemplo, es un lío cotizar de forma voluntaria, pero también es una odisea cuando una empresa o una persona deja de pagar las cuotas, porque terminó la relación laboral con su o sus empleados. En esto último, la Caja, aunque no le estén pagando la cuota, sigue facturando y encima de eso, sumando intereses. Y si por alguna razón, en la inscripción un funcionario se equivocó e inscribió como persona jurídica a una persona natural, es un lío y sin proceso, resolver el entuerto. En estas reformas que se discuten en la Asamblea tienen también que modificar estás complicaciones innecesarias en la Caja. Si una persona o empresa, deja de pagar, sencillamente hay que cortarle el servicio e iniciar un proceso para sacarlo del sistema. Es tan sencillo como lo que hacen las distribuidoras de electricidad o internet. Dejar ese asunto como va, lo que genera es una deuda ficticia y muchas complicaciones no solo para pequeños empresarios sino para la propia Caja. Hay que ser prácticos y hacer de la Caja un ente empático en lugar de una entidad que se rechace por mal servicio. No tiene sentido seguir con tantas complicaciones. ¡Así de simple!
Editorial escrito por el periodista Gerardo Berroa Loo