El Canal de Panamá, es de Panamá

A todos los panameños nos toca defender con convicción y amor patriótico los intereses de nuestro país, porque Panamá es un país libre, independiente, soberano

El presidente electo de Estados, Unidos Donald Trump, se ha referido específicamente al Canal de Panamá, considerándolo como un activo nacional vital para su país por el papel crítico que desempeña en la economía y seguridad de América. Además, él menciona lo crucial que es el Canal para el comercio y para el despliegue de la Marina estadounidense. Después de hacer un brevísimo recuento histórico de la construcción y apertura del Canal y del costo que significó en tesoros y vidas de hombres estadounidenses, hace una crítica al presidente Jimmy Carter, quien firmó con el general Omar Torrijos los Tratados que devolvieron a Panamá la administración de la vía acuática.

Estas ideas que solamente exponen la perspectiva de los intereses de Estados Unidos, Donald Trump las utiliza para luego entrar en sus reclamos sobre la administración del Canal de Panamá, por los precios que se le cobran al comercio y a la Marina de Estados Unidos y que él considera exorbitantes y hasta los califica de “robo”. Asimismo, extiende su crítica a la administración panameña por la presencia de China en el Canal. Así, Trump llega a la conclusión de que si no se siguen los principios morales y legales en la administración del Canal de Panamá, exigirá su devolución.

Nos podemos preguntar en dónde queda para Trump la perspectiva panameña de ver el Canal. ¿Es que no existe? Es que para la visión de los poderosos, la presencia de los pequeños es minúscula, o en el peor de los casos, no existe. Pero lo real es que el Canal de Panamá está construido en territorio panameño, y, por lo tanto, pertenece a Panamá completamente.

La idea de un Canal por nuestro Istmo surgió desde el siglo XVI, tras el descubrimiento del Mar del Sur por Vasco Núñez de Balboa. La compañía francesa Société Civile Internationale du Canal Interocéanique, liderada por Ferdinand de Lesseps inició la construcción del Canal de Panamá en 1881, pero múltiples factores impidieron su propósito. En 1904 los Estados Unidos retomaron la construcción y el Canal se inauguró en 1914. Los acuerdos y tratados que se establecieron para su operación y administración bajo responsabilidad norteamericana fueron varios, pero todos llegaron a su fin con los Tratados Torrijos Carter en 1977, que consolidaron la devolución total del Canal a Panamá en 1999.

Fue casi un siglo de luchas, en donde la dignidad y el deseo inacabable de soberanía, apareció en la vida de la sociedad panameña con un empuje creciente. Fue una lucha generacional para recuperar la soberanía y la jurisdicción total de nuestro territorio, ya que las intervenciones de Estados Unidos en Panamá se dieron desde el siglo XIX, y a partir del Tratado Hay-Bunau Varilla, la presencia norteamericana fue continua, pues se le concedía a perpetuidad el Canal de Panamá y su zona adyacente.

La idea de un Canal por nuestro Istmo surgió desde el siglo XVI, tras el descubrimiento del Mar del Sur por Vasco Núñez de Balboa.

Entre los acontecimientos destacados en esta lucha generacional resuena la Siembra de Banderas (1958), la Operación Soberanía (1959), la Gesta de los Héroes del 9 de Enero de 1964, la inteligencia diplomática y la confluencia de muchos países que respaldaron las negociaciones hasta llegar a los Tratados de 1977.

 La reversión del Canal a la administración de Panamá, fue un proceso que se completó en 1999, incluyendo un Título Constitucional en la reforma de 1994 que ordena y establece legalmente su estructura y funcionamiento.

La administración panameña del Canal es considerada como un éxito nacional e internacional, y es necesario resaltar la ampliación que se completó y entró en operación comercial el 26 de junio de 2016. Este proyecto, conocido como el Tercer Juego de Esclusas, duplicó la capacidad del Canal para permitir el paso de barcos más grandes, con el fin de mejorar el servicio al comercio mundial y generar más beneficio para los panameños. Este logro es un motivo de orgullo superlativo para Panamá.

Respecto a las tarifas del Canal, como acertadamente lo afirmó el Presidente Mulino, no son un capricho y se establecen de manera pública y en audiencia abierta, considerando las condiciones del mercado, la competencia internacional, los costos operativos y las necesidades de mantenimiento y modernización de la vía interoceánica. El rechazo contundente del presidente Mulino ante las declaraciones prepotentes de Donald Trump, ha sido respaldado con unanimidad por expresidentes panameños y por ciudadanos ilustres y expertos en la gestión del Canal de Panamá. Si Estados Unidos, como lo dice el presidente Trump, es el país que más utiliza el Canal de Panamá, con un 70% de los tránsitos, también debe ser el primero en participar de las audiencias que se celebran para establecer las tarifas. Del mismo modo, la administración y gestión que la Autoridad del Canal lleva adelante con el respaldo del Título Constitucional y demás leyes de nuestro país, debe ser respetada y en caso de alguna sugerencia o inconformidad debe llevarse por los conductos correspondientes.

A todos los panameños nos toca defender con convicción y amor patriótico los intereses de nuestro país, porque Panamá es un país libre, independiente, soberano, es “puente del mundo y corazón del universo”, es democrático y abierto al progreso y al servicio, por lo cual, estamos en nuestro derecho de exigir respeto como nación, así como nosotros respetamos a todas las naciones del mundo.

En definitiva, el Canal de Panamá, es de Panamá.

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