Alcanzando sueños.
Fotos tomadas del Internet
Achurando los ojos sonríe, como aquel que sabe que hay recuerdos, momentos cómicos que nunca nos abandonarán, y entonces me dice:
“Mono Ruso era excelente pintor que junto a Christian Fernández, Julio Jaén, Emil y dos cubanos, formaban la gallada que el profe José Arroyo reunía en Penonomé para aprender a pintar”. La sonrisa pasa a ser una carcajada y sigue diciendo: “El mejor de todos nosotros era Mono Ruso que venía desde Antón y ese ¡sí que era la arrechera con el pincel!”. Continúa achurrando con más alegría sus ojos.
Mi interlocutor es el reconocido artista panameño Brian Vergara. La jovial anécdota de su amigo Mono Ruso de Antón hace parte de su importante crecimiento dentro de la plástica panameña, que delimita dos tiempos importantes para Brian… uno: aquel niño que ganaba todos los concursos nacionales de dibujo a nivel escolar y dos: de la responsabilidad por entrar en un grupo de muchachos interioranos que pretendía someterse a la férrea disciplina para alcanzar reconocimientos en el ámbito artístico nacional…y todo esto bajo la guía de un profesor serio y preparado.
El pintor José Arroyo, enseñante de este grupo, lleva cocido en su corazón el título de excelente “Maestro del Arte” y otros méritos, por haber contribuido en la formación de muchas generaciones de virtuosos pintores dentro y fuera de la Escuela de Artes Plástica de Coclé, entre ellos Brian Vergara.
Mientras corre esta simpática narración, somos nosotros quienes probamos a cerrar los ojos y pensar en Brian Vergara. Es entonces que nos aparece esa presencia de persona gentil, amable, siempre sonriente que nos hace apreciar a este exponente de la buena pintura investigativa en Panamá.
Brian, todos lo sabemos, ha marcado territorios autónomos dentro de las artes istmeñas. Muy dentro de sí, en sus íntimas preocupaciones, convive la energía necesaria para continuar probando a conquistar nuevos territorios, esa es una certeza de la cual no existe duda alguna. El tiempo dará juicio a esta afirmación.
¿Quién es Brian Vergara?
Nació en San Miguelito, Panamá, el 27 de septiembre del 1985. A los tres años cumplidos, sus padres se trasladaron a Penonomé. Nos cuenta que para una celebración del Día del Padre, hizo una carta pintada para obsequiar a su papá; tenía solo 5 años cuando el padre orgulloso descubre que el niño Brian sabe dibujar como una persona grande sin haber recibido clases de dibujos. Desde ese momento su madre lo estimula para que participe en los concursos de su escuela. Es así que, desde su temprana edad, entra al Centro Educativo de Artes Diversificado Estelina Tejeira de Penonomé.
Entre los fuertes recuerdos de Brian, se encuentra ese Primer Puesto del Concurso Nacional de La Caja de Ahorros donde ganó un curso de verano en la Universidad Ganexa, cursos para muchachos jóvenes de toda la república. Es el pintor Leys Magallón que le aclara las ideas sobre los misterios de la técnica al óleo, siendo uno de los profesores que le sostienen sus primeros pasos en esa técnica.
Soñaba con ser un pintor completo, un pintor de verdad.
En el 2004 entra a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Panamá, haciendo contacto con los profesores Antonio Madrid, Digno Quintero, Luis Aguilar Ponce. Esta época de hambre por el conocimiento y por aprender los menesteres de pintor lo hacen recordar y repetir la frase: “añoraba ser un pintor completo, un pintor de verdad” nos dice Brian, consideración que es una constante bien presente en él.
Buscó entrar en contacto, con galerías y artistas capitalinos, y es entonces que conoce a Carlos Arboleda. Fueron numerosas las tertulias con el escultor formado en Florencia, Italia. Leía (Brian) con muchísimo interés el inserto periodístico Talingo y otros folletos donde publicaban calendarios sobre exposiciones y subastas en Panamá… frecuentando y tratando de participar en las subastas. Es en ese frenesí que conoce a la pintora Buriticá, Mirie de Galería Allegro, Carmen Alemán, Vivian Sosa, el arquitecto Narbona y otros.
Este último (Marcelo Narbona, coleccionista) le hace una bizarra propuesta, le compra 14 obras de «tamaño medio». Para ese entonces, Brian trabajaba ocasionalmente como expositor con Galería Allegro y esa venta con el mejor coleccionista de Panamá le trae otra sorpresa: una exposición personal en Galería Habitante.
“Cuando llegué a la capital, tenía un sueño, una ilusión: Un día alguien me va a descubrir. Y llegó ese día. Yo vendía mi obra a 80 balboas, nunca imaginé ver tantos ceros colocados en la ficha técnica de mis obras.” Brian, al decir esto, se pasa la mano por la cabeza y sonríe emocionado como un niño, porque sus anhelos se fueron cumpliendo poco a poco.
Comprender la obra de Brian Vergara
De muchacho, un tío de Brian que trabajaba en la imprenta Bosqui, le regaló un libro-catálogo con ilustraciones de Juan Carlos Marco. Las obras que allí publicaban, se agigantaban en su subconsciente. La técnica bien ejecutada y los paisajes románticos del pintor argentino-panameño, lo golpearon en manera positiva, pues el meticuloso trabajo de Marco embelesa por su dulzura.
Por el otro lado, Brian fue impactado con las obras abstractas de Jackson Pollock; es amor a primera vista e inicia investigaciones sobre la manera libre del ‘chorrear’ de esas obras y conduce su experimentación bajos esas premisas. Aparecen algunos cuadros con esos chorreos.
Consideraciones lejanas que se unen en un espacio común.
El gran juego de la memoria muchas veces nos sostiene creando un contenedor de tantas cosas- a veces contradictorias entre ellas- que nos permite surcar desconocidos territorios, donde creemos reconocer cada una de ellas.
Ese espacio común es riqueza que nos permite adentrarnos en nuevas posibilidades expresivas, uniendo discordancias que en apariencia nunca han estado juntas.
En la búsqueda artística de Brian Vergara, encontramos esa manera de producir sus obras. En la serie de los árboles y ramas caídas están presentes la esencia de las pinceladas de Juan Carlos Marco y de Jackson Pollock. Un mundo que expresa con libertad espacios comunes a su propia experiencia personal.
Por otro lado, la inquietud por la escultura, el sufrimiento común a muchos creadores , de uniformar en cercanas intenciones una única manera… experiencia que pertenece al artista de alta intensidad creativa. Pues Brian no es pintor conformista, detrás de su amable sonrisa se forma una fuerte personalidad predestinada a la maestría y él es consciente de esto.
Cerremos los ojos juntos.
Le envidio a Brian su eterna alegría, su dulce sonrisa y las chaquetas brillantes en colores variopintos que su padre (sastre) le confecciona para que asista a las subastas de arte que le permitan brillar como una estrella de cine.
Pero lo que más le envidio, y creo que todos sus amigos le envidiamos, es su sincera amistad con Mono Ruso artista que viene desde Antón a recodarle que la lucha es sin trincheras o de fácil conquista… no existen tarimas regaladas y alabanzas gratuitas, la pelea es peleando, la consagración viene trabajada, encerrado en el taller, y esa es su tarea, la cruz que debe llevar como siempre le ha dicho Mono Ruso que viene desde Antón para repetírselo a la eternidad: Eres un elegido del grupo de interioranos que soñaba en ser grande maestro de la pintura panameña. ¡Así sea!