Panamá ante el desafío climático
El arribo de la onda tropical número 34 a Panamá ha dejado una estela de daños que va más allá de lo material. Con tres vidas perdidas, 120 familias afectadas y comunidades enteras inundadas, este evento climático ha expuesto de manera cruda la fragilidad de nuestro país ante los embates de la naturaleza.
Las intensas lluvias, que alcanzaron hasta 125 milímetros diarios, no son un fenómeno aislado. Son el presagio de un futuro donde los eventos climáticos extremos serán cada vez más frecuentes e intensos debido al cambio climático. La pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos preparados? La respuesta, lamentablemente, es un rotundo no. La urbanización desmedida, la falta de sistemas de drenaje adecuados y el desorden en las construcciones han exacerbado nuestra vulnerabilidad. Cada inundación, cada deslizamiento de tierra, es un recordatorio de que estamos construyendo sobre cimientos de arena.
Es imperativo que Panamá desarrolle planes integrales y bien concebidos para afrontar estos desafíos. Necesitamos una planificación urbana que respete los cauces naturales, infraestructuras sólidas y mejor adaptadas a estas eventualidades, y un sistema de gestión de emergencias robusto. Pero, sobre todo, necesitamos un cambio de mentalidad.
El tiempo de la complacencia ha terminado. Cada panameño, desde el ciudadano común hasta las más altas esferas del gobierno, debe asumir la responsabilidad de construir un país más resistente. Solo así podremos mirar al futuro con la certeza de que, ante la próxima tormenta, los daños y afectaciones sean mínimos.