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De la naturaleza al ambiente y la sostenibilidad
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septiembre 24, 2024

De la naturaleza al ambiente y la sostenibilidad

Por: Guillermo Castro H.
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La magnitud de los cambios en curso, demanda buscar “soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales”

El debate en torno la necesidad de fomentar relaciones más armónicas de los seres humanos entre sí y con su entorno natural constituye un ámbito cada vez más importante en la vida cultural y política de nuestro tiempo. Encararlo exige a menudo ir a contracorriente de hábitos de pensamiento y conducta colectiva de viejo arraigo en nuestra historia.

Ya en 1905, por ejemplo, el biólogo británico E. Ray Lankester (1847-1929) -uno de los científicos más respetados de su tiempo – entendía a la naturaleza como “el conjunto del mecanismo del universo, el kosmos en todas sus partes” – cuya evidente relación con el ser humano “debería ser […] la guía del gobierno del estado, la base confiable del desarrollo de las comunidades humanas.” No hacerlo, añadía, era “tan monstruoso, tan ofensivo para la prosperidad de nuestros semejantes, que debemos hacer lo que esté a nuestro alcance para llamar la atención sobre las condiciones y circunstancias que dan lugar a este descuido, sobre los males que esto provoca, y sobre los beneficios que deben resultar de superarlo.”

Eso vendría a hacerse más evidente con la posterior formación del concepto de ambiente a partir de la década de 1970, hasta llegar a la adopción del concepto de desarrollo sostenible como categoría de política por las Naciones Unidas en 1992. En ese proceso, el concepto de ambiente estableció una relación de afinidad y contradicción con el de naturaleza, en cuanto resalta el hecho de que mientras las demás especies utilizan los recursos que ese entorno les ofrece, los humanos lo transforman mediante procesos de trabajo socialmente organizados para obtener los recursos que necesitan.

Así, el término ambiente vincula entre sí los términos naturaleza y sociedad, como lo hace la Encíclica Laudato Si’ (2015: 139) cuando señala que la expresión “medio ambiente” indica una relación “entre la naturaleza y la sociedad que la habita [que] nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados.” Al respecto, dice, la magnitud de los cambios en curso, demanda buscar “soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales”, dado que no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.

Haber traído este problema a debate en la sociedad es un mérito mayor del ambientalismo de nuestro tiempo. Toca ahora pasar de la denuncia al análisis, y de la protesta a las propuestas para ir hacia un mundo que será sostenible, o no será.

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