América Latina y el Caribe tiene un papel fundamental en la lucha mundial contra la inseguridad alimentaria
En un mundo donde la producción de alimentos supera las necesidades calóricas de la población, la persistencia del hambre y la inseguridad alimentaria sigue siendo un desafío global. América Latina y el Caribe (ALC) emerge como un actor fundamental en la lucha contra este problema, consolidándose como la principal región exportadora neta de alimentos a nivel mundial.
Según datos recientes, la producción mundial de alimentos alcanza aproximadamente 2980 kcal (kilocalorías) por persona por día, superando ampliamente las 1830 kcal necesarias para evitar la desnutrición. Sin embargo, cerca de 735 millones de personas sufren hambre, representando el 9,2% de la población mundial. Esta cifra ha aumentado desde el 7,9% registrado en 2019, lo que significa 122 millones más de personas con hambre.
El comercio internacional juega un papel crucial en la seguridad alimentaria global. Entre 2000 y 2021, el comercio mundial de agroalimentos creció un 350%, alcanzando un valor total de 1,7 billones de dólares. Actualmente, un cuarto de las calorías consumidas en todo el mundo son importadas, evidenciando la creciente importancia del intercambio comercial en todas las dimensiones de la seguridad alimentaria: disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad.
En este contexto, ALC se posiciona como un actor global clave. La región representa el 14% del valor de la producción total de bienes agrícolas y pesqueros, y su participación en las exportaciones mundiales de agroalimentos es de alrededor del 18%. Se proyecta que para 2031, ALC liderará la provisión mundial de productos esenciales como soja, azúcar, alimento para peces, maíz, carnes y aceites de pescado, y pollo.
Sin embargo, la región enfrenta desafíos significativos. A pesar del aumento en la participación de los agroalimentos en las exportaciones totales (del 15% al 25% en las últimas dos décadas), la mayoría de los países latinoamericanos han experimentado una pérdida de competitividad en sus exportaciones de este rubro durante la última década. Esto subraya la necesidad de fortalecer la integración internacional del sector agrícola y abordar tanto las barreras tradicionales al comercio como las no tradicionales.
Además, la transformación sostenible del sistema alimentario de ALC es crucial para materializar nuevas oportunidades. Los costos ocultos producidos por los sistemas agroalimentarios en la región ascienden a 493,000 millones de dólares por año, una de las cifras más altas del mundo. Estos incluyen costos medioambientales, sociales y de salud. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que la descarbonización de los sistemas agroalimentarios podría generar un beneficio neto de 940,000 millones para las economías de la región.
Para enfrentar estos desafíos, el BID, a través de su Sector de Integración y Comercio (INT), promueve diálogos regionales de política entre sectores público y privado. El objetivo es establecer una agenda estratégica que aborde los cuellos de botella más apremiantes en términos de comercio e inversiones, fortaleciendo así el papel de ALC en la seguridad alimentaria global.
La complejidad de los sistemas alimentarios requiere múltiples transiciones, desde políticas de reorientación agrícola hasta la ampliación del financiamiento climático y la reducción de residuos y pérdidas de alimentos. La experiencia demuestra que la integración, coordinación, coherencia y progresividad serán principios esenciales para alcanzar resultados concretos.
En conclusión, América Latina y el Caribe tiene un papel fundamental en la lucha mundial contra la inseguridad alimentaria. Sin embargo, es imperativo renovar la agenda del comercio y las inversiones, afianzando una transformación sostenible y una cooperación público-privada más fuerte. Solo a través de medidas colectivas y una alianza global se podrá avanzar significativamente hacia el desarrollo sostenible de la región y contribuir efectivamente a la seguridad alimentaria mundial.