Un golpe de Estado desde la Suprema Corte de Justicia

Corte Suprema de Justicia. | Foto: Cortesía

Los vacíos de poder no existen.   Cuando el órgano ejecutivo demuestra su debilidad para la toma de decisiones oportunas siempre existirá otro órgano, partido o fuerza política que impondrá la dirección y tomará el control total o parcial de la las decisiones políticas.  En Panamá lamentablemente la debilidad del Ejecutivo producida por una asunción al poder con poco capital político conjuntamente con el bajo control del partido que lo llevo a la presidencia cobra sus facturas en el ocaso de su mandato.    La Corte Suprema de Justicia se ha atribuido esa responsabilidad. Más aún luego de los eventos de rechazo sobre el contrato minero.   Un análisis jurídico de la sentencia proferida da cuenta del trastorno causado en el entorno de hacer negocios y la seguridad jurídica.  Todo el engranaje jurídico por lo menos de la inversión en Panamá se ha trastabillado.  Y no exactamente por el hecho de que la Corte Suprema hubiese fundamentado su decisión en uno o dos temas cuestionables mas de forma que de fondo para salir al paso de la crisis política sino que delego en sus asistentes el proyecto de sentencia  y terminó siendo un copy paste emparchado de diversas teorías tanto constitucionales , ambientales como supraconstitucionales para presentarle al país en bandeja de plata la respuesta deseada.   Entre el derecho y la turba o la revuelta popular todos sabemos a donde quedó inclinada la balanza.  Y Todos sabemos la lavada de cara de nuestra Corte Suprema de Justicia.  De una Corte Suprema corrupta y desfasada ( recuerden el matrimonio igualitario)  Ahora perfecta, prístina y respetada.

Lo peor de todo ese capítulo fue el interés manifiesto de castigar al gobierno como ventaja política a escasos meses de un torneo electoral.   Dice mucho de nuestra clase política y sus seguidores.  El poder está por encima del Derecho.  Y cuando entran en conflicto sabemos que el Derecho no privará bajo ninguna circunstancias.

Ahora a escasos meses de unas elecciones la Corte Suprema  en un proceso expedito ha tomado la batuta de determinar si una candidatura presidencial es apta o no.  Igual al caso anterior, oscuros intereses nacionales estan dispuestos a buscar cualquier mecanismo necesario con la finalidad de encontrar el camino de unas elecciones donde los contrincantes sean todos potables para dichos intereses.   Es decir hay democracia pero selectiva.  Hay elecciones libres mientras hayan candidatos potables con los mismos intereses de un sector político, económico o social del país. 

Hay temor en ciertos sectores del país.  Si gana Mulino gobierna Martinelli.  Craso error.  Igual se pensó en Colombia.   Siendo Juan Manuel Santos el candidato de Uribe gobernaría Uribe.  El asumir la Presidencia el candidato electo sabe cual es su responsabilidad y el poder que emana del cargo.    Siento un profundo desprecio por posiciones de constitucionalistas de mucha trayectoria señalar como a Martinelli solo lo puede parar los Estados Unidos.    Es decir, afinca su esperanzas en un Estado extranjero quien decida la suerte de una figura carismática a pesar de todas sus desmanes y condenas.  Es decir, el país no puede imponer su “rule of law” a un ciudadano panameño y por ende requiere de la intervención de otro Estado.

Pero para los efectos de una declaración de ese otro Estado al determinar a un mandatario con quien le une nexos familiares como Corrupto, allí si prefiere opinar lo contrario.

Es lamentable. Nuestra frágil democracia sigue siendo víctima de intereses creados, hipócritas y falsos mercaderes  de valores y decencia, han logrado sujetar una candidatura presidencial  al arbitrio de una decisión de nueve magistrados de la Corte Suprema de Justicia e impedir la soberanía popular.   Mas le vale un  pueblo panameño no  soberano antes de permitir la elección de un candidato no potable a sus gustos y preferencias.   Si esto no es un intento de golpe de Estado díganme ustedes. 

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