Fernando Botero, considerado como el artista mayor en la pintura y la escultura colombiana, falleció en la mañana de este viernes a los 91 años de edad.
Caracterizado por sus obras y esculturas con figuras voluptuosas, Botero alcanzó fama internacional gracias al manejo a sus pinceladas sueltas, de un estilo figurativo acentuado, teniendo como principal temática tanto en la pintura como en la escultura, la representación de seres humanos y animales con figuras corpulentas, claramente obesas.
El artista, nacido el 19 de abril de 1932 en Medellín, siguió pintando en su estudio hasta que sufrió una neumonía por la que tuvo que ser ingresado, pero el jueves de la semana pasada salió del hospital para recuperarse en su casa del principado de Mónaco, sin que hasta el momento se conozcan las causas de su muerte, ya que sus familiares no han querido informar sobre el particular.
Fernando Botero se convirtió en el artista colombiano que le dio protagonismo al arte de su país en los escenarios y ciudades más importantes del mundo. Sus obras llegaron a Estados Unidos, Francia, México, e incluso tocaron territorio europeo y asiático.
En sus múltiples obras, el artista ironizaba sobre el poder detentado en la vida y la muerte, como destino final que pulveriza ese poder, amontonando una serie de cuerpos de obispos ataviados con sus vestiduras y atributos de poder, pero estos yacen como en una montaña, unos sobre los otros.
En Panamá, la presencia de Fernando Botero se acentúa de modo especial. Hace 10 años, se montó en nuestro país su exposición titulada «Vía Crucis, la pasión de Cristo» la cual fue visitada por más de 10 mil personas en un mes y medio en que se mantuvo abierta.
La muestra estuvo compuesta de 27 óleos y 23 dibujos originales del artista colombiano, representando varios capítulos y personajes de la Biblia en las últimas etapas de Cristo hasta su crucifixión.
En el año 2011, dos grandes esculturas del maestro Botero fueron exhibidas en el entonces conocido como hotel Trump Ocean Club. Fueron exhibidas «Dona a Cavallo» y «Donna Sdraiata con Fruto», valoradas en ese año en 1.5 millones de dólares cada una.
