Pinocho y la infección política

El 7 de julio de 1881, comienza a publicarse en uno de los primeros semanarios infantiles del mundo- el Giornale per i bambini- la historia de Las aventuras de Pinocho. Bajo el seudónimo de Carlo Collodi, el autor y humorista italiano Carlo Lorenzini da vida a una marioneta hecha de madera y que sueña con convertirse en un niño real. Acompañado en su jornada por Pepito Grillo, que juega el papel de conciencia del títere, y luego de una serie de pruebas que supera oportunamente, logra materializar su sueño, no sin antes legar a la posteridad un símbolo universal: una creciente nariz que delata la mentira.

Quiérase o no, los períodos históricos que marcan la memoria de los pueblos terminan definidos por algún tipo de personaje, ya sea real o producto del imaginario cultural. Las manías, virtudes o defectos del mismo perfilan de manera concluyente el carácter reinante en un determinando momento de la historia nacional.

Los tiempos que corren en nuestro país y el rumbo del mismo, sin duda alguna, están marcados a fuego por el hacer político. Pero, contrariamente, la política criolla, es una marioneta de intereses inconfesables; y carece de un Pepe Grillo que le sirva de conciencia para corregir el rumbo cuando sea necesario. No es de extrañar, entonces, que la nación tropiece bajo el peso de la mentira instaurada como instrumento político. Desde aseveraciones del 90 por ciento del abastecimiento de medicinas, hasta la serie de patrañas confesadas por un político para procurarse la toma de su partido.

La nariz creciente de la marioneta es el símbolo que define nuestra política y los tiempos presentes: en el afán de servirse del poder sin importar el bienestar de la nación, se le miente desvergonzadamente al ciudadano, al punto que la verdad es una especie extinta, como los dinosaurios y como los ilustres estadistas que sustentaron el nacimiento del país.

Pinocho logró hacer realidad su sueño: la jauría política local lo único que conseguirá será despedazar a la nación, porque carecen de la capacidad para soñar con algo distinto a sus insaciables bolsillos.

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