Copia al carbón

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Ni entorpece ni busca el fracaso de quienes gobiernan para materializar sobre sus despojos las expectativas de arribar al poder. Lo que caracteriza a una saludable oposición política es su inclaudicable vocación de vigilar estrechamente al Gobierno, las decisiones que toma y las acciones que lleva a cabo, además del examen cuidadoso de los procesos para controlar cualquier exceso: la oposición política en una democracia apunta a ser un contrapeso y a constituirse en una opción.

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Metro Panamá

Si en una democracia resultan fundamentales las acciones de quienes gobiernan, también lo son las de quienes se encuentran en el campo opositor: éstos están obligados a manifestarse, hacerse oír, proponer soluciones alternas a los problemas que aquejan al país, debatir, plantear caminos a seguir y, sobre todo, denunciar y criticar aquello que atente contra el orden legal e institucional.

Ante lo señalado, resultan risibles los reclamos sobre quién es y quién no es figura de oposición porque, igual que quienes gobiernan, aquellos que deberían adversarlos tampoco han cumplido con el papel que les corresponde. El fracaso es compartido, en ambas orillas del escenario nacional. Sin un real y efectivo plan de gobierno, en ausencia de una sólida visión de futuro y sin una estrategia de desarrollo que sirva de brújula, el país se mueve dando tumbos, víctima de la improvisación y las consecutivas crisis que sacuden persistentemente la vida nacional.

Una mala gestión gubernamental pone en peligro a la democracia, y también lo hace una oposición ineficiente y nula que es una copia al carbón de las carencias y fallas de quienes gobiernan. ¡Pobre país!

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