El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince (Medellín, 1958) ha advertido de la dificultad que el modelo de plataformas de contenido audiovisual supone para la sostenibilidad del cine independiente y ha asegurado que si esta fórmula se exportara a la literatura, los escritores no tendrían «cómo sobrevivir».
«Por desgracia las plataformas, al ser por suscripción, hacen muy difícil que el cine independiente sea sostenible», ha señalado el autor en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de su visita a Valladolid, donde este viernes ha presentado en Librería Oletvm su última novela, ‘Salvo mi corazón, todo está bien’ (Alfaguara).
«Si hubiera, como ha pretendido alguno, un Netflix de los libros donde tú pagas un dinero fijo al mes, bajo, y puedes descargar los libros que te diera la gana, los escritores ya no tendríamos cómo sobrevivir», ha recalcado el autor, quien ha explicado que precisamente esto es lo que está pasando con los audiolibros «en ciertas plataformas» de descarga libre por el pago de una cuota. «Nosotros, que vendimos nuestros libros ingenuamente por 300 dólares, pues los vendimos casi a perpetuidad, por una miseria, sin importar que lo escuche una persona, 10.000 personas o 100.000 personas», ha lamentado.
La nueva novela de Abad Faciolince, quien alcanzó la fama internacional por ‘El olvido que seremos’ (2006), está protagonizada precisamente por un sacerdote amante del cine de autor e independiente, un personaje basado en alguien real cercano al escritor que, si bien no llegó a conocer el actual modelo de plataformas y el debate sobre el futuro del cine, sí era «un enamorado de la situación especial que se produce en una sala».
Ante el nuevo modelo de plataformas impuesto por la «crisis» que el sector de las salas ya sentía «antes incluso de la pandemia», pero que se agravó con el covid, el novelista colombiano ha criticado que muchas veces estas empresas «no respetan el cine que quieran hacer los creadores», sino que tienen «unas fórmulas y unos prejuicios» que «no permiten el desarrollo libre de la personalidad del creador».
«Es un momento muy delicado, hay que buscar fórmulas para que los creadores puedan seguir creando y no todo quede en manos de gente que no son cineastas, sino especialistas en marketing, que creen saber qué es lo que la gente quiere ver, ni siquiera por ellos mismos, sino por algoritmos», ha subrayado, tras lo que ha defendido que «lo bonito de muchos libros y películas es que el escritor y el director hacen cosas que un especialista en marketing no sabía que la gente sí quería ver o leer».
UNA NOVELA «DE CURAS BUENOS Y DE CORAZÓN»
Así, ha sentenciado que su editorial, Alfaguara, jamás hubiera aceptado un proyecto de novela «de curas buenos y de corazón» como ‘Salvo mi corazón, todo está bien’ –título tomado del último verso del ‘Soneto con una salvedad’, del poeta colombiano del siglo XX Eduardo Carranza— de haber sido «especialista en marketing» y no editora, algo que, está seguro, le hubiera ocurrido también, por sus características, al clásico de Umberto Eco ‘El nombre de la rosa’.
A través de una ficción muy nutrida de realidad y de personajes reales, Héctor Abad Faciolince rinde homenaje a Luis Alberto Álvarez, más conocido por sus amigos como ‘El Gordo’, quien en la novela se transforma en Luis Córdoba, un sacerdote con problemas de corazón que se instala a vivir con una mujer recién separada y con sus dos hijos, a los que se suman una criada y su hija, lo que da pie a una curiosa familia que sirve al autor para plantear, en las 360 páginas de la obra, un alegato por la tolerancia de los modelos de familia.
No es ‘El Gordo’ el único «cura bueno» que se cuela en la novela, bien secundado por dos sacerdotes de sobrada calidad humana como su fiel Aurelio Sánchez ‘Lelo’ y Carlos Alberto Calderón, a cuya obra y entrega a los demás en un momento delicado para la historia de Medellín y de Colombia sirve de homenaje este libro. «Es una novela a contracorriente«, ha bromeado Abad Faciolince sobre la tendencia a reflejar en la ficción actual que «todos los curas son malos», al tiempo que ha defendido que buscaba explorar la complejidad de sus personajes sin caer «en una historia de santos».
Frente a esto, en la novela aparece, trocando su nombre por el apelativo de ‘el innombrable’, el que fuera cardenal arzobispo de Medellín Alfonso López Trujillo, a quien Abad Faciolince considera «la faceta más nefasta de la Iglesia» y cuyo comportamiento ve más propio de alguien «aliado del mal» que no actúa «como cristiano».
Aunque reconoce que no es creyente, el escritor colombiano ha adoptado el punto de vista de alguien con fe «leal a su pensamiento» para dar coherencia a su relato, para lo que se ha basado en su formación católica y el ambiente católico que respiró en su hogar de la mano principalmente de su madre, Cecilia Faciolince, a quien ha dedicado la novela.
Precisamente el retroceso del catolicismo en América Latina frente al empuje de iglesias evangélicas es motivo de debate en la novela entre Lelo y otro de los personajes clave del libro, Joaquín, una suerte de alter ego del autor.
«CASI NOSTALGIA» POR LA IGLESIA CATÓLICA
«Al ver el comportamiento y la ideología extremista de derecha de los evangélicos, yo que no soy creyente he sentido casi nostalgia por la Iglesia Católica reformada, que ahora es la perseguida en un régimen autoritario y muy cercano a las iglesias evangélicas como es el de Daniel Ortega en Nicaragua», ha advertido el autor, que ha enfatizado también la vinculación de estos grupos con opciones como la de Jair Bolsonaro en Brasil o el ‘No’ al referéndum de paz en Colombia.
«En un tema que era de paz o guerra, insistían que votar por el ‘Sí’ era apoyar la ideología de género y el adoctrinamiento de los adolescentes para que se volvieran homosexuales, como si la homosexualidad fuera algo que se enseña o se inculca», ha criticado Abad Faciolince, quien ha recordado que en eso coinciden con las ideas que sobre la familia defiende el presidente de Rusia, Vladímir Putin, a quien Bolsonaro visitó «recién comenzada la invasión de Ucrania».
Durante la escritura de esta novela, el propio Héctor Abad presentó problemas de corazón que condicionaron el proceso de escritura e hicieron que profundizara en el conocimiento sobre este órgano, tanto para nutrirse para la redacción, como para saber a qué se enfrentaba, ya que se declara como «un paciente masoquista que necesita conocer todos los riesgos que corre».
‘Salvo mi corazón, todo está bien’ es la primera novela que publica tras la adaptación al cine de ‘El olvido que seremos’ por parte de Fernando Trueba, una notoriedad que no le ha condicionado a la hora de escribir, puesto que ya de por sí se considera un escritor «muy inseguro».
«Yo más que escribir libros, los abandono. Desde que escribí ‘El olvido que seremos’ he abortado tres proyectos, una novela que ya estaba casi terminada y dos a medio escribir», suerte que también podría haber corrido esta última de no ser, en parte, por los ánimos de David y Fernando Trueba, este último quien conoció personalmente a Luis Alberto Álvarez y a quien definió como el André Bazin colombiano por su contribución a la crítica cinematográfica.
Parte de esta novela fue escrita en la casa que Gabriel García Márquez habitó en Ciudad de México y cuyo fantasma, bromea, le acompañó en el proceso, al hilo de lo cual ha reconocido que la sombra del insigne escritor si «eclipsó» a notables literatos de su país contemporáneos del autor de ‘Cien años de soledad’, hasta el punto de que muchos «intentaron incluso matar al padre sin éxito», si bien su generación no ha sufrido esa situación al llegar en un momento en que lo ven «con la serenidad que se le da a un clásico».