Un resultado imprevisible. la selección de Argentina firmó su peor inicio en la etapa final de un campeonato del mundo de fútbol, al perder 2-1 ante Arabia Saudita, en el estadio Lusail en Doha, Catar.
Lejos de cualquier especulación, o de cualquier punto de referencia siquiera cercano a lo que las estadísticas de ambos equipos, la Argentina de Lionel Messi pasó de un primer tiempo en ganancia, aunque con una gran polémica de por medio, a un segundo tiempo en el que se le notó frío e irreconocible.
Argentina inició el partido imponiendo su jerarquía futbolística, y con el llamado «VAR» haciéndose protagonista paulatinamente.
Messi cobró un penal gracias precisamente a que el VAR determinó una falta sobre Lautaro Martínez, que en otro tiempo habría pasado inadvertida. El propio Lautaro hizo dos goles, que el video determinó que no eran válidos, por sendas posiciones adelantadas.
Al iniciar el segundo tiempo, los argentinos con el aliento del público en su favor, inició la búsqueda del gol de la tranquilidad. Pero en ese afán, los dirigidos por Scaloni no supieron aprovechar las oportunidades y los árabes sencillamente utilizaron las pocas herramientas en su favor: velocidad, fortaleza física y el factor sorpresa.
El técnico de los árabes, el francés Hervé Renard, puso en marcha entonces una estrategia que guardó para el segundo tiempo. Arabia Saudita, que no hizo un solo remate a la portería contraria en el primer tiempo, en tres del segundo conseguía el empate, gracias a un remate cruzado de Saleh Al-Shehri que venció sin atenuantes a Emiliano Martínez.
Y Renard puso el dedo en la llaga. Argentina no tenía respuestas frente a una presión en la salida. La fórmula que comenzó a utilizar desde el minuto 46 desnudaba a un equipo albiceleste que no encontraba la manera de trabajar con el balón en su poder.
En el minuto 53, vino la debacle para los de Scaloni, cuando Salem Al-Dawsari dispuso de la esférica y con una maestría que incluso Lionel Messi podría envidiar, se quitó a tres rivales para soltar un riflazo que dejó tendido a Martínez.
Una voltereta sensacional, de la que los argentinos no pudieron recuperarse. Y que constituye una de las grandes sorpresas en la historia de las etapas finales de los campeonatos mundiales de fútbol.