A orillas del abismo
En uno de los primeros consejos de gabinete de este gobierno, se autorizó la aplicación de medidas administrativas y fiscales para impulsar lo que sería un plan de austeridad con eficiencia. A tono con lo que se prometía en la campaña que condujo al poder, el objetivo era “hacer más con menos”. Desde el Ministerio de Economía y Finanzas se hacía énfasis en que la piedra fundamental de la política administrativa sería la austeridad y para ello ya existía un plan con el que se pretendía ahorrar mil 483.7 millones de dólares.
El primer proyecto de presupuesto planteado por los nuevos gobernantes era de 350 millones menos que el del año anterior, lo que resultaba inédito desde el inicio del nuevo período democrático tras la caída de la dictadura militar. “Hay que amarrarse los pantalones, repetía como un mantra el nuevo inquilino del Palacio de las Garzas, insistiendo en su plan de austeridad con eficiencia.
Sin embargo, el reloj continuó marcando las horas y surgieron las primeras señales anunciando que todo cuanto escuchaba el país era puro mercadeo político. Cuando el 25 de marzo del 2020, el Ministerio de Salud ordenaba los confinamientos a la población, ya no había dudas que la austeridad era sólo otra promesa más que expiró al terminar la campaña política. De ahí en más, los episodios de gastos excesivos, innecesarios y abusivos eran la norma y se daban en todos los niveles gubernamentales y con una frecuencia alarmante para la mayoría de la población.
El último evento reciente, el gasto de 350 mil dólares en un vuelo chárter, resulta una bofetada ofensiva para una nación donde la cifra de desempleo ronda el 20 por ciento- algunos expertos aseguran que es superior- y donde la informalidad supera con creces el 52 por ciento. Semejante derroche encarna la indiferencia y la falta de empatía de la minoría en el poder ante las angustias y las necesidades de un mayoritario sector de la ciudadanía. No hay justificación para semejante irrespeto y desenfreno.