Historia de los museos II

Tal y como habíamos visto en la anterior entrega de La Historia Habla, a partir de la colección del duque de Berry, en la Francia del siglo XIV, se comienza a dar un valor científico y pedagógico a las colecciones.

Pero aunque las galerías artísticas surgen en Francia, serán los italianos los que recogerán la antorcha del coleccionismo y el mecenazgo, los Gonzaga, Borghese, Ludovici, Farnesio, Médici atesoran arte y promocionan y mantienen a los mejores artistas de su época, dejando para la posteridad su custodia. Asimismo, se coleccionan las especies exóticas que empiezan a llegar de América, la taxidermia y los herbolarios conservan estas colecciones que más tarde darán como resultado los museos de ciencias naturales.

También surge en la Italia del siglo XVI lo que hoy se conoce como museo de reproducciones, uno de los primeros, el Palazzo Gazzulo, en Mantua, perteneció al obispo Ludovico Gonzaga. Y ya en el siglo XVI Leone Leoni conservaba vaciados en yeso de muchas esculturas clásicas originales.

A finales del siglo XVI, en el 1565, se publica el primer tratado de museología, Theatrum sapientiae, el escrito por el médico holandés Samuel von Quicheberg. En este libro se define ya el modelo de museo pluridisciplinar.

Es a partir de ese momento cuando se forman las colecciones reales como las de las de Rodolfo II de Praga y archiduque de Austria, y las de Alberto V y Guillermo V que serán el punto de partida de los futuros museos estatales europeos. Encontramos ya la Chambre des Merveilles (cámara de maravillas) o Gabinete de Curiosidades, donde las obras y los objetos se amontonaban sin orden. Podemos apreciar este tipo de espacios en varios cuadros de la época que los reproducían a escala con gran maestría, como el de Alegoría de la vista de Jan Brueghel el Viejo y Peter Paul Rubens, pintado hacia 1617; Los Archiduques Alberto e Isabel visitando el gabinete de un coleccionista de Jan Brueghel el Viejo y Hieronymus Francken II o la pintura El Archiduque Leopoldo Wilhelm en su Galería de Pintura en Bruselas, de 1651, del pintor barroco flamenco David Teniers el Joven, entre otros.

En este momento ya existen las colecciones especializadas y las hay de armaduras, relojes, escultura o libros antiguos, por poner algunos ejemplos.

El auge de la burguesía y el aumento de su poder económico durante los siglos XVI y XVII hacen que se desarrolle el comercio de arte y se empieza a formar el sistema de las casas de subastas, el oficio de perito tasador y la figura del intermediario. Los banqueros, los comerciantes y los políticos acumulan obras de arte en colecciones que hoy reposan en museos de todo el mundo.

Por fin, en el año 1683 se abre el Museo Ashmolean en la universidad de Oxford, el cual es el primer museo universitario dedicado a la investigación y a la educación. Su colección, perteneciente a Elias Ashmole estaba formada por monedas antiguas, libros, grabados, especímenes geológicos y zoológicos.

Fue el ministro de finanzas de Luis XIV, Jean Baptiste Colbert quien, también en el siglo XVII, distribuye la inmensa colección de pintura del rey por los palacios del Louvre, las Tullerías y Versalles. Fue esta colección, a la que se le unieron los cientos de miles de obras de arte que se decomisaron más tarde durante la Revolución francesa, la que dará origen al Museo del Louvre, que se inaugura el 10 de agosto de 1793, como Museo de la República.

El siglo XVIII se va a caracterizar, además, por la creación de las academias de Bellas Artes y las sociedades científicas, impulsadas por las expediciones arqueológicas a lugares de la antigüedad clásica y el renovado interés por los países exóticos, Herculano se excava en 1738 y Pompeya en 1748.

En este siglo se abren algunos de los principales museos del mundo, en Londres se inaugura el Museo Británico en 1759, siendo este el primer museo público, el Ermitage, en San Petersburgo, en 1764 y los Museos Vaticanos en 1782.

No es hasta finales del siglo XIX que Estados Unidos se une a la fiebre museística, los mecenas y los filántropos compiten por ofrecer a su recién independizado país un patrimonio que en su territorio no existe. El Museo Metropolitano de Nueva York se funda en 1870 siguiendo el modelo francés de la institución museística como foco de instrucción y educación.

Los museos nacionales se basan en la idea romántica de recuperar el pasado histórico de un país para enaltecerlo y consolidar la identidad cultural. De esa manera surgen también los museos de etnología, el primero en Leiden, Holanda, en 1837, para recuperar, estudiar, mostrar y dignificar la cultura autóctona.

Es también en el siglo XIX cuando se extiende la moda de las exposiciones universales, el 1851 se montó la primera en la ciudad de Londres. Estas exposiciones son un escaparate para mostrar los avances industriales y tecnológicos y además de favorecer el comercio y el intercambio entre países, lograron el desarrollo de la museología y la museografía, ya que en ellas los países participantes llevaban y mostraban las mejores muestras del arte patrio.

Así se avanza hacia las exhibiciones itinerantes o los museos móviles, como el que ya encontramos en 1884 en Liverpool y que llevaba las exhibiciones a las escuelas para difundir entre los chicos sus colecciones.

Aunque no han variado mucho los modelos museológicos fundados durante el siglo XIX podemos concluir que los museos siguen siendo hoy en día piezas imprescindibles en el engranaje cultural y educativo de los países del primer mundo, en los cuales las instituciones museísticas fomentan la identidad nacional, educan y deleitan a sus visitantes.

 

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