Historia de las apariciones marianas II

El mes de mayo ha sido tradicionalmente el mes de la Virgen, el día 13 de este mes la Madre de Dios se apareció a tres pastores en Cova de Iría, en Portugal.

Los tres pastorcitos, Lucía dos Santos, Jacinta y Francisco Marto, regresaron a sus casas ese día del mes de mayo de 1917 asegurando haber visto a la Virgen. Estas visiones se repitieron hasta el 13 de octubre.

Pero no era la primera vez que los tres primos sentían que una presencia supranatural los rondaba. Lucía dos Santos, a la sazón de diez años, y Jacinta y Francisco Marto, de seis y nueve, habían experimentado durante la primavera y el verano de 1916 y en tres ocasiones diferentes, una presencia angelical mientras pastoreaban sus ovejas.

Este Ángel, tal como ellos lo llamaron, les había enseñado a rezar, los conminó a practicar el sacrificio cotidiano y a adorar a Dios a través de la eucaristía. Como forma de disciplinarse, los niños comenzaron a llevar cordones apretados alrededor de la cintura y a realizar distintas obras de penitencia o mortificación. Pero lo que ellos no se imaginaron era que esta visita no era más que la preparación para las visitas de la Virgen María.

El domingo 13 de mayo de 1917, los tres niños llevaron su rebaño a un lugar conocido como Cova da Iría, cerca del pueblo de Fátima. Lucía más tarde describiría haber visto, parada sobre una encina, a una mujer «más brillante que el sol», vestida de blanco, con un manto con bordes dorados y con un rosario en las manos.

La señora les pidió que retornaran a la misma hora el día trece de los meses siguientes, encomendándoles hasta la siguiente visita el rezo del rosario. Francisco y Jacinta no escucharon nada, sino que solo vieron la figura.

Al regresar a casa y contar lo que les había pasado la mayor parte del pueblo los tachó de mentirosos, incluso los padres de Lucía se negaron a creerles.

En la aparición del 13 de junio la ‘Señora’, como la llamaban, les dijo que Jacinta y Francisco iban a morir pronto. (Francisco y Jacinta se contagiaron de gripe en diciembre de 1918, Francisco murió el 4 de abril de 1919 y Jacinta el 20 de febrero de 1920 por complicaciones de la enfermedad. El 12 de septiembre de 1935 se trasladan los restos mortales de Jacinta al cementerio de Fátima y al abrirse el féretro se comprobó que el cuerpo la niña estaba incorrupto.).

Lucía, el 13 de julio, afirmó que la Virgen les había confiado el «secreto de Fátima». Después de esto los niños fueron secuestrados por mandato del alcalde de Vila Nova de Ourém y torturados para que revelaran el supuesto mensaje. La aparición les dio a los tres niños varios mensajes proféticos y admonitorios para que los trasmitieran a la humanidad. La Iglesia católica ha interpretado algunos de ellos, por ejemplo, el secreto de Fátima del anuncio de la reconversión de Rusia al cristianismo según ellos se cumplió con la desintegración de la URSS en 1990. Asimismo se interpreta que el tercer mensaje del «secreto de Fátima» incluyó una profecía sobre el intento de asesinato de Juan Pablo II, ocurrido el 13 de mayo de 1981 en el 64° aniversario de la aparición.

Ya para entonces el lugar de las apariciones estaba lleno de peregrinos en las fechas de cada aparición. Decenas de miles de personas se concentraban en el lugar. En cada aparición la Señora hacía hincapié en la importancia de rezar el Rosario y pidió que se le construyera una capilla allí.

La última aparición de la Virgen fue el 13 de octubre de 1917, y fue entonces cuando se produjo el «Milagro del Sol». Ese día estaban rodeando la encina varios miles de personas, incluyendo periodistas y personalidades que más tarde aseguraron haber visto al Sol bailar.

En esa multitud se encontraba el ateo Avelino de Almeida, periodista del diario O Século, que describió de esta manera lo que vio:

“La hora antigua es la que vale para esta muchedumbre, que era, según cálculos desapasionados de personas cultas y completamente extrañas a influencias místicas, de treinta a cuarenta mil personas… La manifestación milagrosa, la señal visible está a punto de producirse, afirman muchos peregrinos… Y uno asiste a un espectáculo único e increíble para aquellos que no lo han presenciado. Desde lo alto de la carretera, donde se amontonan los carros y donde se hallan centenares de personas que no han tenido aliento para adentrarse en el barro, se ve a la inmensa multitud volverse hacia el sol, que está limpio de nubes, en pleno mediodía. El astro se asemeja a un disco de plata pálida y se le puede contemplar cara a cara sin ninguna molestia. Parece un eclipse. Pero he ahí que se eleva un colosal clamor y oímos que los espectadores más próximos a nosotros exclaman: «¡Milagro! ¡Milagro! ¡Maravilla!»

Ante admirados ojos de este pueblo, cuya actitud nos traslada a los tiempos bíblicos y que, presa de espanto, descubierta la cabeza, mira hacia el cielo azul, el sol ha temblado, ha realizado unos movimientos bruscos nunca vistos, fuera de todas las leyes cósmicas; el sol «ha danzado», según la expresión típica de los campesinos… Subido sobre el estribo del coche de Torres Novas, un anciano cuya estatura y fisonomía suave, y a la vez enérgica, recuerdas las de Paul Déroulède, reza, vuelto hacia el sol y con grandes voces, el credo, desde el principio hasta el fin.

Inmediatamente las gentes se preguntan unos a otros si han visto alguna cosa y qué es lo que han visto. La mayor parte confiesan que lo que han visto es el movimiento o la danza del sol; otros afirman haber visto el rostro sonriente de la Virgen, o juran que el sol ha dado una vuelta sobre sí mismo, como si fuese una rueda de fuegos artificio que ha descendido hasta quemar la tierra con sus rayos… Alguien dice, en fin, que ha visto cómo cambiaba sucesivamente de color…”

Quince días después, el periodista Avelino de Almeida ratificó su testimonio en la revista Ilustração Portuguesa y dijo: «yo lo he visto… yo lo he visto».

Una vez que la Señora deja de aparecerse en Fátima, que no a Lucía, (que siguió teniendo apariciones durante toda su vida, el 10 de diciembre de 1925 y el 15 de febrero de 1926, se le apareció el Niño Jesús, el 13 de junio de 1929 en la capilla del convento de Tuy donde vivía tuvo una visión de la Santísima Trinidad y del Inmaculado Corazón de María; durante la II República española, estuvo en una casa en Rianxo, donde también tuvo apariciones, allí y en la Capilla de la Virgen de Guadalupe), el 28 de abril de 1919, se inicia la construcción de la capilla que la Señora de la encina había pedido, donde se celebra misa por vez primera el 13 de octubre de 1921.

Pero no es hasta el 13 de octubre de 1930, que el obispo de Leiría declara dignas de fe las apariciones y autoriza el culto de Nuestra Señora de Fátima. El 13 de mayo de 2000, Juan Pablo II, en su tercera visita a Fátima beatifica a Francisco y a Jacinta, y el 14 de febrero de 2008 se anuncia la beatificación de Lucía.

El 12 y 13 de mayo de 2017 el papa Francisco visitó Fátima para canonizar a Francisco y Jacinta.

 

 

 

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